18 septiembre, 2014

De nuevo en Veracruz - Expedición de barcos hundidos

Retos, aventuras, vencerse a uno mismo, descubrir, llegar más allá, vanidad, enfrentarse a lo desconocido ... qué nos motiva a explorar?

Texto: Juan David Cortés
Imágenes: Alberto Ruiz-Gaytan, Saúl Meunier, Juan David Cortés


Qué es eso que nos mueve interiormente y nos lleva a recorrer un poco más de 800 kilómetros por carretera cargados con tanques dobles, stages de descompresión, recirculadores, cuerdas, anclas, sonar, remolque, cámaras.

Acostarse tarde preparando equipos y revisando los planes de buceo; levantarse temprano, cargar y descargar los equipos del patio a la camioneta, de la camioneta a la embarcación; navegar más de una hora para encontrar ese punto exacto donde la profundidad del sonar cambia de 300 a 270 pies. Si, justo ahí es donde está la estructura metálica de ese gigante hundido: uno de los pecios que estamos explorando y tratando de identificar.


El sentido de aventura, un reto, curiosidad, empujar los límites personales, la historia, el sentido de descubrir algo de lo poco que queda por explorar en este planeta, llegar donde nadie más ha llegado.
Asi convergen las distintas motivaciones, razones y sentidos que cada uno de nosotros: Alberto, Alejandro, Saúl y Juan David,  tenemos para estar de nuevo en Veracruz, para continuar la exploración de estos pecios perdidos de la época de la segunda guerra mundial.

Hace exactamente 2 meses estuvimos haciendo los primeros buceos de exploración en este pecio. Ahora regresamos con el fin de capturar evidencia: video y fotografía de lo que ya habíamos buceado y tratar de conectar otras partes de la estructura hecha pedazos de éste, con seguridad, buque antiguo.
Aún hay muchas preguntas por contestar: ¿Qué tan antiguo es? ¿Es en realidad uno de los buques hundidos durante la segunda guerra mundial? ¿Por qué esta partido en pedazos? ¿Es acaso por los impactos de cañonazos y torpedos? Y con cada inmersión las incógnitas aumentan y hace más interesante y motivante el siguiente buceo.

Día 1 y 2 (Septiembre 3 y 4)

Salimos de Guadalajara el día  3 de Septiembre en la tarde, con el plan de dormir en Tula, Hidalgo y continuar al siguiente día hasta San Rafael, Veracruz, donde la familia Meunier nuevamente nos estaba esperando con muchas sonrisas, buenas pláticas, mucha ayuda y apoyo en la logística, pero sobre todo, sabrosisima y abundante comida.



En esta ocasión no nos acompaña Santiago, tuvo que quedarse por compromisos académicos y planeamos hacer solo tres días de buceo antes de que los inminentes "nortes" del Golfo de México empiecen a soplar.
Poco faltó para que tuviéramos que posponer la expedición por un huracán en el golfo de México que afortunadamente pasó unos días antes y en la zona de Tecolutla no afectó.

Impresionantes paisajes en el centro de México



En el camino tuvimos que detenernos para hacer ajustes en el remolque. Algunos tanques se movieron y se abrieron las válvulas dejando escapar parte del "precioso gas" que llevábamos ya mezclado desde Guadalajara para nuestras inmersiones.








Comida al llegar a San Rafael Veracruz
Llegamos después de recorrer un poco más de 800 kilómetros a San Rafael más tarde de lo que teníamos planeado y después de una muy agradable y deliciosa comida nos dedicamos a descargar la camioneta y remolque para preparar los equipos y repasar los planes de buceo del día siguiente.


Saúl "papá" y Saúl "hijo" después de descargar los equipos

Día 3 (Septiembre 5)

A las 9 de la mañana estábamos a orillas del estero donde, como hace dos meses, ya nos estaban esperando Félix (capitán) y Roberto (marinero) con la embarcación lista. Cargamos todo el equipo y un poco antes de las 10 estábamos en la bocana para entrar al mar.


Encontramos un mar sin viento, con algo de marejada, temperatura en la superficie de 28 grados centígrados y aguas azules en la superficie.
Abajo en el fondo, después de los 70 metros (230 pies) de profundidad la visibilidad fue menor por el movimiento propio del mar que mueve y revuelve la arena del fondo.


 Felix, el capitán, con la habilidad que ya había demostrado antes, dejó el ancla en el mismo punto de siempre justo encima del pecio.

Usando el sonar intentamos conectar el pedazo de barco que ya hemos buceado con otra zona de menor profundidad (79 metros/260 pies) que sospechamos puede darnos más información del pecio.
En ese punto soltamos una segunda ancla, con la intención de usar un cabo unido con mosquetones a cada linea del ancla que nos permitiera navegar bajo el agua de forma segura de un punto a otro.
Sin embargo la segunda ancla no se agarró al barco y empezó a moverse con el viento y la corriente.

El tiempo pasaba y las maniobras no estaban funcionando como pensábamos, decidimos cancelar ese plan y mejor bajar a la estructura ya conocida y tomar video que era la prioridad.

Iniciamos nuestro buceo después de revisar planes, equipos y asegurarnos que no hubiera burbujas que nos alertaran de fugas en los recirculadores y tanques.
Descendimos hasta 85 metros/ 280 pies de profundidad en aproximadamente cuatro minutos, donde nos esperaba el barco silencioso y frío. Pudimos reconocer algunas partes que ya habíamos visitado antes y nos sirvió para orientarnos mejor.
Dimos una vuelta por el perímetro para tratar de ubicar la dirección hacia donde podriamos nadar para conectar esta parte del barco con alguna otra que no hubiéramos buceado antes tratando de recolectar la mayor información y detalle posible del pecio.
Mientras Guaraní iba tendiendo línea para poder regresar al ancla de forma segura, Beto se encargó de grabar con la cámara. Saúl y Alejandro hacían observaciones del pecio y estaban monitoreando el tiempo y profundidad.
Después de 20 minutos de tiempo de fondo, iniciamos el ascenso y la larga descompresión hasta la superficie.
Alejandro durante su descompresión

Los buceos que estamos haciendo aquí no son sencillos. Son inmersiones a mucha profundidad (88 metros/290 pies) en un lugar con poca visibilidad, agua relativamente fría en el fondo (22 grados centígrados) y una larga descompresión obligatoria que reta la mente de cualquier persona.
Entre mayor es la profundidad en un buceo los síntomas de la narcosis por respirar gases a alta presión se incrementan, aumentando el riesgo de cometer errores y disminuyendo la capacidad para resolver problemas. Desorientarse es fácil por la mala visibilidad y lo confuso que puede ser la estructura colapsada de un barco hundido.
La narcosis y los riesgos asociados a esta son la razón por la que para este tipo de buceos se remplaza el aire que normalmente se respira en el buceo recreativo por mezclas trimix: una combinación de helio, oxígeno y nitrógeno.
El helio es un gas inerte que reduce en gran medida los síntomas de la narcosis en los buzos.
Para estos buceos usamos una mezcla con 10% de Oxígeno y asi evitar la intoxicación por este gas cuando se respira a alta presión y 50% de Helio que nos ayudó a tener una mente más lúcida durante las inmersiones en el fondo.
A pesar de que usamos trimix en los tanques durante estos buceos, la carga de trabajo y cierto nivel de estrés en el fondo, nos llevaron a enfrentar algunos contratiempos que se pudieron resolver sin mayores problemas durante la inmersión. Sin embargo estas situaciones fueron un motivo para ponernos más alerta y aumentar las precauciones en los siguientes buceos.
Todo esto lo discutimos como equipo esa noche. Hablamos de la importancia de mantenernos concentrados, discutir muy bien los detalles pre y post cada inmersión, planear las tareas y actividades y recalcar los procedimientos a seguir en cada buceo.

Es muy importante resaltar que para hacer buceo técnico se requiere tomar cursos, llevar el equipo adecuado y entrenar bastante. Se requiere mucha práctica , concentración, planeación detallada y sobre todo muy buena visualización del buceo al haber discutido paso a paso cada parte de la inmersión para que todos en el equipo tengan muy claro lo que cada uno tiene que hacer en cada momento.


Cada buzo es responsable de si mismo, de su seguridad, nadie puede respirar, pensar y nadar por otro. Es importante asumir los riesgos que hay en este tipo de buceos y mantener una mente clara y objetiva en todo momento. Sin embargo, aunque se bucea de forma individual, trabajamos como equipo. Cada uno tiene una tarea fundamental para completar con éxito cada buceo y lograr los objetivos. Cada uno de alguna forma es un apoyo y respaldo para los demás miembros del equipo y cuidamos uno del otro mientras estamos buceando.

Día 4 (Septiembre 6)

El objtivo del segundo día de buceo sería capturar más video en el barco. En base a eso planeamos la inmersión y repartimos las tareas.

Haciendo pruebas de seguridad a los CCR temprano
Después de una noche tranquila de buen descanso y de una exquisita cena preparada por la señora Angeles y la señora Dulce, mamá y tía de Saúl, nos encontramos a las 7.30 de la mañana para hacer una última revisión de los recirculadores, hacer sus pruebas pre inmersión y asegurarnos que los tanques tuvieran los gases que habíamos preparado.





Última revisión de tanques antes de salir al muelle
Sin embargo el mar amaneció menos cooperativo. El viento, olas mas grandes y marejada (mar de fondo) fuerte, nos obligaron a navegar más lento y con mayor precaución para llegar al punto de buceo.
Afortunadamente, en el fondo las condiciones fueron mas tranquilas. Muy poca corriente aunque la visibilidad más limitada que el día anterior.






El equipo de buzos descendiendo ....
Dejamos unos tanques de descompresión en la línea del ancla y continuamos el descenso hasta 85 metros/280 pies de profundidad.
Guarani fue adelante poniendo la línea de vida desde el cabo del ancla para trazar un recorrido en la cubierta del barco; seguido por Beto que estaba encargado de la cámara y al final cerrando Alejandro y Saúl, con el objetivo de buscar algún elemento que recuperar del barco o que nos ayudara a identificar qué barco estamos buceando.

El plan durante este buceo, además de tomar video, era explorar la cubierta del barco con más detalle.
En los buceos anteriores habíamos recorrido todo el perímetro de la estructura que tenemos bien ubicada y los lados del barco que dan contra el fondo marino.
Esta vez nadaríamos sobre la cubierta pues queríamos detallar esas enormes cornamusas, buscar algún indicio de qué barco es al recorrer la estructura colapsada, analizar los enormes tubos metálicos que pudieran ser chimeneas o ventilación del barco cuando estaba a flote y tratar de determinar si la lámina rota tuviera algún signo de explosión o impacto de algún cañón.

Misterioso pecio yace tranquilo en el fondo del mar

Asi, entre esta estructura Guaraní fue poniendo la línea, sobre planchas de acero enormes, algunas aún remachadas sobre las vigas de acero, otras colapsadas que dejaban espacios abiertos para asomarnos a lo que quizás fueron las bodegas del barco, hoy en su mayoría cubiertas de arena y un sedimento lodoso habitadas por muchos peces león. 


Alrededor de nosotros bancos de pargos de buen tamaño y otros tantos jureles nadaban divertidos por las luces de nuestras lámparas, pero confiados se acercaban gracias a que los aparatos de buceo que llevamos, recirculadores de circuito cerrado, no sueltan burbujas al exhalar.

Alejandro y Guaraní en descompresión a 54 metros/180 pies
Alejandro nos señaló que era momento de regresar. Siguiendo la línea que Guaraní había puesto nadamos de regreso al cabo del ancla. Al minuto 20 estabamos los 4 ascendiendo hasta la superficie.
Tuvimos que hacer muchas paradas de descompresión, la primera a 67 metros/220 pies y de ahí en adelante cada 3 metros/10 pies hasta que llegamos casi a la superfice, a 6 metros/20 pies de profundidad donde tuvimos que hacer la parada más larga de 45 minutos.



Tanques en el remolque
En el camino de Guadalajara a Veracruz, dos tanques de oxígeno para los recirculadores se movieron y las válvulas se abrieron y sin darnos cuenta se fueron vaciando durante todo el camino.
Al llegar y revisar los tanques descubrimos ese faltante. De tal forma que tuvimos que apretarnos un poco con el uso del Oxígeno.
Alberto usó tanques que sobraron del día anterior con 1500 psi de presión. Un riesgo calculado al bucear así, porque de antemano calculamos que el oxígeno si le alcanzaría sin problema hasta la parada de 20 pies/6 metros. En ese punto teníamos varias opciones. Compartir oxígeno entre nosotros, conectar su recirculador a un gas con Nitrox 80 y por último cambiarse a circuito abierto y respirar directamente de un regulador con Nitrox 80. Esa fue la opción elegida para que Alberto terminara su descompresión durante el buceo y todo transcurrió como estaba planeado.

Aún que llevábamos nuestro plan de descompresión igual y calculado con un software en las computadoras de escritorio, cada miembro del equipo llevaba su propia computadora de buceo como respaldo y redundancia durante los buceos.
La computadora que usó Guaraní, conectada a los sensores de la cabeza del recirculador, es por su algoritmo, la más conservadora de todos. Y aunque el plan de buceo ya nos permitía salir a la superficie, Guaraní decidió quedarse a 6 metros de profundidad a esperar que se limpiara completamente la computadora, haciendo incluso hasta 25 minutos más de descompresión que el resto de los buzos.
Para cuando el hambriento y aburrido Guaraní llegaba a la superficie, el resto del grupo ya iba por la segunda o tercera torta que llevábamos para comer.
Disfrutando de un café mientras regresamos a tierra
Saúl papá, nos acompañó todos los días, y fue de gran apoyo en la superficie. Ayudándonos a detener los equipos mientras nos preparabamos antes de caer al agua, durante los buceos nos tomó videos y fotos desde la superficie, apoyó a Félix con las maniobras y nos ayudó a subir y cargar los equipos en todo momento.
Lo mejor de todo era cuando ya estábamos listos para navegar de regreso a tierra, sacaba el "pinguinito". Un thermo con delicioso café veracruzano, bien caliente y algún postre que siempre encontraba la manera de llevar a la perfección: pastel, galletas, etc.
Nada mejor que una buena taza de café caliente, después de haber estado más de dos horas bajo el agua.

Al terminar el buceo, nos dimos cuenta que había entrado agua al recirculador de Alberto. En algún punto cuando cambió a respirar del tanque de Nitrox 80, la válvula que cierra la boquilla del recirculador se debió abrir ligeramente al chocar contra otro buzo durante la parada descompresión o con los jalones que se daba el cabo del ancla a causa de la marejada.
El caso es que el recirculador se inundó por accidente. Esta situación en algunos casos es de emergencia, pues la cal sodada que reacciona con el CO2 que exhala el buzo, al entrar en contacto con el agua de mar se convierte en sosa cáustica (que sirve para destapar los baños). Si un buzo por accidente respira/traga esta sosa, con seguridad se quemará la boca, garganta y esófago. Esto es una situación muy grave que puede poner en riesgo la salud y vida de la persona.
Esta vez, afortunadamente, Alberto estaba respirando del circuito abierto y no del recirculador, por lo que nunca se dio cuenta que estaba entrando ligeramente agua al sistema cerrado y tampoco estuvo en riesgo en ningún momento.

Comentamos este incidente, no porque haya sido una situación de emergencia o para señalar un error, pues la entrada de agua en este caso, fue totalmente accidental.
Lo importante a mencionar es lo seguros y confiables que son estos aparatos, los recirculadores de circuito cerrado, y en particular el modelo que estamos usando: Megalodón.
El canister del recirculador se llenó de agua al menos hasta 1/3 de su capacidad. En la superficie, Alberto al ver el problema, enjuagó todo el equipo en primera instancia con agua salada, por dentro y por fuera.
Regresando a tierra, volvió a enjuagar todo el equipo con agua dulce, bañado completamente en agua dulce, sumergido en una tina con agua limpia.
Pensábamos que quizás los sensores, baterías o algún sistema electrónico no funcionaría después de este percance.

Revisando los videos del día
Pero tuvimos una grata sorpresa, cuando al siguiente día todo el sistema funcionó perfectamente. Las baterías no se mojaron, los sensores funcionaron bien y Alberto pudo bucear sin ningún problema.

En realidad, algo notorio en lo seguro de estos equipos en casos de que se presentaran situaciones de inundaciones reales. Esto nos da mucha confianza y seguridad a la hora de hacer este tipo de buceos demandantes y a tanta profundidad.




Por la noche, después de dejar todos los equipos listos para el día siguiente, cenamos y revisamos las imágenes que Alberto captó con la cámara de video. Fue emocionante ver detalles del barco, revisar con calma el recorrido que hicimos. Aún así, el barco sigue dándonos más preguntas que respuestas y en base a eso elaboramos los planes para el siguiente y último día de buceo en este misterioso pecio.


Saúl preparando las cámaras para el siguiente día

Día 4 (Septiembre 6)

El pronóstico para este día no era bueno. Se esperaba que entrara una depresión tropical por el golfo y lo más probable es que no pudíeramos bucear.
Durante la madrugada llovió fuerte, al amanecer, todo estaba mojado, hacía menos calor y lo mejor es que el viento se había calmado. El mar estaba ideal para salir a navegar! Contentos y emocionados, desayunamos y pronto estábamos cargando los equipos para irnos a bucear.

Rita y Saúl verifican que todo se cargue en la camioneta


El recorrido en lancha fue mucho mas tranquilo sin tantas olas y los equipos se lastimaron menos porque la embarcación no iba rebotando como los días anteriores.
Nos preparamos y volvimos a bajar a hacer el último buceo de este viaje.

Buzo listo para caer al agua
El plan era continuar explorando la cubierta y buscar más detalles mientras Alberto seguía capturando video.

Sección que pudieran ser las bodegas del barco
Encontramos un cabo grueso que al moverlo y revisarlo nos dimos cuenta que era un cable de acero, lo seguimos por un tramo pero se acaba, no llevaba a ningún punto que no hubieramos buceado antes. Quizás este cable servía como tensor de alguna de las chimeneas o postes del barco.

Continuamos nadando y encontramos un tubo quizás de ventilación que al seguirlo nos llevó ligeramente más profundo y hacia la arena del fondo del mar. Quizás este tubo tendría unos 12 o 14 metros de largo y se perdía enterrado en la arena. 


Viga con remaches
Nos separamos un poco de la estructura que estábamos buceando siguiendo la misma dirección del tubo y nos llevó a otra sección del barco que aún no habíamos visitado porque estaba separada por este espacio de arena. Tuvimos suerte esta vez porque la visibilidad era mejor y nos permitió claramente ver más partes del barco.

Lamentablemente era hora de volver. Ya estábamos sobre el minuto 16 y aún teníamos que nadar y volver al cabo del ancla para hacer el ascenso de forma segura realizando las paradas de descompresión.

Extremo de uno de los tubos que quizás fueran de ventilación
Los días acumulados de buceo y que la termoclina cada día estaba a menor profundidad, nos hicieron pasar un rato difícil durante el ascenso por el frío.
Aproximadamente a 60 pies/18 metros encontramos de nuevo el agua caliente, a 28 grados centígrados y las últimas paradas de descompresión a pesar de ser largas fueron más agradables.


Saúl hacia la superficie





Regresamos emocionados y con ganas de seguir buceando. Esa nueva sección del barco promete más descubrimientos y nuevas cosas por explorar. Sin embargo tendrá que ser hasta el próximo año cuando volvamos a visitar este gigante misterioso, pues la temporada de nortes y vientos en el Golfo de México está por empezar. 
Preferimos tener paciencia y regresar cuando el mar este calmado, sin vientos y con el agua limpia y caliente.


En tierra nos dimos, para variar, una excelente comilona ofrecida por nuestros incansables anfitriones: Ángeles, Saúl y resto de familia, que no solamente nos abrieron las puertas de su hogar para invadirlo con tanques y equipo de buceo, sino que además con su generosidad y cariño nos hicieron sentir en todo momento como en casa. Gracias, muchas gracias.


El equipo contento después de un excelente viaje de exploración

Día 5 y 6 (Septiembre 7 y 8)

Algo tristes por tener que regresar, empacamos todo a la mañana siguiente y cargamos camioneta y remolque.
Nos deleitamos con unos tamales veracruzanos antes de emprender el camino, que afortunadamente no tuvo incidentes.
En Tula dormirmos y al otro día estábamos en Guadalajara hacia el medio día.
Durante el camino hablamos mucho de lo que habíamos visto, aprendizaje de los incidentes que ocurrieron, analizamos cómo podíamos hacer algunas cosas mejor para los siguientes buceos, y todos al final regresamos con el objetivo principal cubierto: salir más contentos de cada inmersión y con grandes espectativas para continuar la exploración en el 2015.

Asi que hasta entonces continuaremos con el próximo capitulo de esta historia que habrá que seguir desempolvando y desenmarañando del fondo marino.

08 julio, 2014

Expedición Pecios:Tecolutla, Veracruz 2014

En busca de los dos grandes fantasmas olvidados en el Golfo de México.




En Marzo del 2014, Saúl Meunier buzo de Océanos, Expediciones y Buceo decidió liderear la investigación de un gran proyecto: Encontrar los restos de los barcos Choapas y Tuxpan que fueron hundidos en el Golfo de México durante La Segunda Guerra mundial, por un submarino alemán.



Mucha voluntad, cuatro meses de investigación, planeación y una excursión previa de exploración para visitar los puntos (coordenadas) históricamente registrados usando un sonar con el fin de identificar si en esos puntos habría algún objeto hundido de las dimensiones de un barco, fueron los antecedentes para que un equipo de 5 buzos integraran la primera expedición en búsqueda de estos buques.

Alberto, 55 años, instructor, líder nato y el buzo con más experiencia del grupo. Bucea con el sistema de circuito cerrado (CCR) Megalodón.









Saúl, 25 años, bucea desde hace 3 años. Buzo técnico por IANTD, encargado de logística y buzo de apoyo en la expedición buceando con circuito abierto.








Alejandro, 34 años, bucea el CCR Megalodón, planea hacer buceos profundos con mezclas hipóxicas para bajar su estrés cotidiano.









Santiago, 22 años, bucea con sistema de circuito cerrado (CCR) Megalodón, buceará los barcos de 40 y 70 metros y viene como buzo de apoyo para las otras inmersiones.








Juan David (Guarani), 37 años, el último en agregarse al equipo, bucea el CCR Megalodón, planea explorar los barcos de 40 y 70 metros y servir como buzo de apoyo en la inmersiones más profundas.









Día 1 (Julio/04)

Salimos de Guadalajara a las 3 p.m. con todo el equipo necesario para una semana de exploración en el Golfo de México:

  • Compresor de aire
  • 4 recirculadores Megalodón y todos sus accesorios
  • 40 tanques entre los que contamos los de los 4 recirculadores, tanques de bailout con mezclas trimix para estar en el fondo y otras mezclas nitrox ricas en oxígeno para acelerar la descompresión.
  • Cuerdas, cabo de ancla, cabo de corriente, boyas de superficie
  • Sonar y  GPS para identificar los puntos desde la superficie
  • Carretes, boyas, tablas de escritura
  • Cámaras de foto y video subacuática. 

La primera escala fue en Tula, Hidalgo donde nos quedamos a dormir, pues el camino se hizo un poco más lento de lo esperado por todo el peso que venía cargando la camioneta en si, más el remolque lleno de equipo.


Partido via Internet en el camino

Escala técnica, gasolina, baño y refrigerios

México y sus hermosos paisajes

Extensas zonas de cultivo hacia el centro del país
Momento de relax después de cenar en Tula

Día 2 (Julio/05)

Desayunamos en el mercado municipal de Tula y a las 8 de la mañana ya estábamos en camino por el arco norte rumbo a Puebla, para después desviarnos en dirección de Perote-Xalapa y llegar hacia medio día a San Rafael, Veracruz, pueblo natal de Saúl donde nos espera su familia con una sabrosa y muy abundante comida de bienvenida.


Después de comer hasta más no poder y muy agradecidos con la generosidad y hospitalidad de la familia de Saúl,  nos desplazamos a Casitas, Veracruz a instalarnos en el hotel.
Desde ahí ubicamos a Félix nuestro capitán por los próximos días y fuimos a conocer el punto donde nos embarcaremos a unos metros antes de la desembocadura del río Filobobos en el Golfo de México.
El resto de la tarde y noche lo empleamos en preparar nuestros equipos para el primer buceo al siguiente día.

Llegando al hotel y descargando todo el equipo

Santiago preparando su recirculador

Dia 3 (Julio/06)

La cita fue a las 8 de la mañana y cuando estábamos cargando la camioneta nos sorprendió una fuerte lluvia que nos retrasó unos 10 minutos, pero refrescó la mañana.
El tiempo nublado pero afortunadamente sin viento, muy bueno para la navegación.

Equipos listos para embarcarse
A las 9 de la mañana estábamos navegando hacia la boca (la desembocadura del Filobobos) con 4 recirculadores, 2 tanques de bailout por buzo, un par de tanques dobles y un stage de descompresión para Saúl, agua, bebidas refrescantes, refrigerio y mucho ánimo.
Además de los 5 buzos, Félix nuestro capitán, Roberto marinero, nos acompañó Saúl (padre de Saúl) pues no quería perderse esta aventura.
La salida al mar no tuvo mayores contratiempos y pronto estábamos alejándonos de la boca.

Guarani revisando profundidad y marcas con el sonar y GPS
Confirmamos el punto donde intentaríamos bucear: un barco camaronero a supuestos 40 metros de profundidad.
Navegamos aproximadamente 22 millas nauticas en dirección norte hasta encontrar el punto marcado en el GPS.

Instalamos el sonar y empezamos a barrer la zona. Tuvimos mucha suerte, pues en pocos minutos descubrimos que algo había en el fondo. El sonar cambió su profundidad de 135 pies hasta 100 pies y confirmamos que habíamos encontrado un objeto. Ahora faltaba averiguar qué era.

Reconfirmamos nuestros planes de buceo y descompresión y descubrimos que había corriente fuerte en la superficie, para lo cual se puso una línea de corriente.
Colgamos los tanques de descompresión y bailouts en la línea y uno a uno fuimos cayendo los buzos al agua.
Revisamos que no hubiera fugas de gas en los equipos de buceo, nos colgamos nuestros tanques correspondientes y en esta ocasión por la fuerte corriente solamente Santiago bajó su cámara que llevaba instalada en su casco.
Saúl y Guaraní decidieron no arriesgarse con la corriente, tanto equipo y descompresión, dejando sus cámaras en la embarcación.
Descendiendo hasta el primer barco encontrado


El descenso fue un poco lento, pero la visibilidad era de al menos 15 metros lo que nos permitió ver desde arriba como se iba dibujando un objeto parecido a un casco de un barco sobre la arena.
Lamentablemente cerca de los 30 metros de profundidad una nata de agua muy turbia envolvía al barco lo que hizo muy difícil su reconocimiento.

Aún así estábamos muy contentos de haber encontrado en el primer intento un barco, que pronto descubrimos no se trataba de un camaronero.
Con toda seguridad era un barco mucho más grande, probablemente un carguero (por sus dimensiones) pero que lamentablemente se hundió volteado.
La propela, timón y el casco del barco están expuestos hacia la superficie y la caseta del barco está contra el fondo arenoso, probablemente colapsada y a lo que pudimos ver enterrada en su mayor parte.

Imagen tomada del video que capturó Santiago, se puede ver a Beto acercándose a la enorme propela del barco
Afortunadamente algunos cristales de las escotillas estaban rotos y pudimos asomarnos en su interior, descubriendo cajas de plástico, lo que nos indica que el barco es moderno.
Estuvimos 30 minutos en el fondo, detallando lo más que pudimos las características del barco. Notamos que estaba partido completamente, pero debido a la mala visibilidad no nos aventuramos a buscar la otra parte del barco y nos limitamos a explorar la parte que ya habíamos encontrado.
Se cumplió el tiempo planeado de fondo y nos encontramos en el cabo del ancla para iniciar el ascenso a la superficie y cumplir con las paradas obligatorias de descompresión.

Beto listo para iniciar el ascenso

Encontramos al menos 2 peces león, plaga del caribe y del Golfo de México

En ese momento notamos que Alejandro no había llegado a la cita y Alberto junto con Guaraní decidieron extender su tiempo de fondo para buscarlo.
Uno de los riesgos más grandes al explorar barcos hundidos es la posibilidad de perderse pero mayor aún de enredarse o quedar atrapado entre escombros o partes sueltas del cuerpo mismo del barco.
Después de un poco más de 5 minutos de una búsqueda sin éxito vimos cómo Alejandro llegaba al cabo del ancla nadando contra corriente.
Antes de regresar al ancla Alejandro se desorientó y al notar que no podría encontrar el cabo del ancla a tiempo decidió soltar su marcador de superficie (boya) para alertar a la embarcación que iba solo en su ascenso. Afortunadamente al librar la nata de agua turbia no estaba tan lejos del barco y pudo ver la linea del ancla, nadar hasta ella y reunirse con sus compañeros para terminar el ascenso.
Un tiempo total de 80 minutos de buceo se completaron, todos regresamos con éxito a la embarcación después de cumplir con las paradas de descompresión obligatorias.
Comentamos los pormenores del buceo, lo que encontramos y distintas observaciones mientras Félix nos llevaba de regreso a tierra.

En la tarde nos dedicamos a limpiar y preparar los equipos para el siguiente día. Beto terminó de mezclar unos nitrox 50 para la descompresión del día siguiente y planeamos nuestro buceo del siguiente día.
Intentaremos bucear un barco que estimamos está a 60 metros de profundidad y que si corremos con la misma suerte de hoy, logremos encontrar en poco tiempo con el sonar y las marcas del GPS y bajar a explorarlo.

Día 4 (Julio/07)

Igual que el día anterior la cita fue a las 8 de la mañana para embarcarnos y salir en esta ocasión al sur a tratar de ubicar otro punto que en base a las coordenadas que resultaron de la investigación de campo realizada por Saúl y su papá (Saúl), podrían ser las de uno de los barcos que estamos buscando.

Recorrimos aproximadamente 12 millas y usando el sonar y el GPS identificamos claramente una zona de aproximadamente 270 pies (82 metros) de profundidad en el fondo y picos de 250 pies (76 metros) que podrían claramente ser un barco.

Saúl, Saúl (padre), Félix el capitán y Roberto marinero en la salida hacia mar abierto

Tuvimos unos pocos problemas para que el ancla quedara fija y no se recorriera con la corriente y mientras nuestro capitán Félix y su marinero Roberto hacían las maniobras necesarias para quedar bien agarrados de lo que fuese que estuviera en el fondo, los buzos nos preparamos e hicimos una última revisión de los equipos y ajuste de los planes de buceo, pues esperábamos encontrar algo entre 60 y 70 metros y no entre 70 y 80.

Punto en el sonar donde se ve el pico y supuesto pecio a explorar

Descendimos en aguas limpias, tibias y azules hasta aproximadamente 70 metros de profundidad donde se formaba una nata de agua turbia causada por la arena del fondo que se revuelve con los movimientos de la corriente posiblemente al chocar contra un pecio (nuestro barco?). La profundidad, el agua turbia, falta de luz natural hizo que el lugar pareciera amenazante y confuso.
Además de lo revuelto del agua, cardúmenes de medregales y jureles nos indicaban que estábamos en la zona donde con toda seguridad habría un pecio.

Usando una línea de exploración Beto tomó rumbo tratando de encontrar indicios del pecio pero no encontramos nada y lo turbio del agua impedía ver el fondo a 80 metros, todo parecía ser un enorme arenal.
A los 10 minutos de buceo decidimos abortar la inmersión para intentar llegar a la superficie y volver a tirar el ancla que supusimos se había recorrido y desprendido del pecio.
Aún así, debido a la profundidad tuvimos que hacer paradas obligatorias de descompresión, tomándonos un total de 60 minutos en llegar a la superficie.

En la embarcación, mientras comíamos unos sandwiches preparados por la mamá de Saúl, analizamos intentar bajar de nuevo en el mismo punto, pero con un plan más específico para tratar de encontrar el pecio, ahora que sabíamos la profundidad real y las condiciones de visibilidad.

Alejandro y Beto saliendo del primer buceo

Nos aseguramos que el ancla quedara bien fija en el pecio y no nos moviéramos por la corriente y en base a eso trazamos rumbos con la brújula hacia los puntos donde con el sonar habíamos identificado los picos de menor profundidad y pensábamos que serían partes del pecio.

Esta vez solo descendieron 3 buzos, que aún tenían suficiente gas y energía para hacer una segunda inmersión tan profunda y demandante.
Al descender de nuevo a los 75 metros nos sorprendió una corriente un poco más fuerte que hizo difícil seguir el rumbo que habíamos planeado.
Aún así, al empezar a nadar en círculo alrededor del cabo del ancla descubrimos que había unas extrañas formas oscuras sobre la arena y al acercarnos un poco más descubrimos que esas formas tan cuadradas sólo podrían ser parte de un barco.
Tuvimos que descender un poco más, casi hasta los 82 metros de profundidad para distinguir entre lo turbio del agua la forma de la cubierta de un barco con algunos agujeros (formas oscuras) sobre la misma cubierta.
Con certeza un barco grande. Difícil de determinar su tamaño o uso cuando estaba a flote, pero un barco en las coordenadas que buscábamos.
El tiempo de fondo planeado estaba llegando a su límite, como habíamos acordado Guaraní soltó una boya para marcar el punto y dejó amarrado un carrete al barco.

Guaraní narrando lo que vio bajo el agua

Fue un largo ascenso hasta la superficie completando todas las paradas obligatorias de descompresión. Afortunadamente el agua arriba estaba calma, tibia y con buena visibilidad. Así que el resto de los 100 minutos de ascenso pasaron con calma, mientras los tres buzos repasaban en su mente lo que se había alcanzado a observar del barco y planeando como serían las siguientes inmersiones para seguir explorando este enigmático y silencioso gigante.

Inmersión 1: Profundidad 250 pies, tiempo de fondo 10 minutos, tiempo total 60 minutos
Inmersión 2: Profundidad 273 pies, tiempo de fondo 20 minutos, tiempo total 120 minutos

Dia 5 (Julio/08)

Este día se planeó para rehacer mezclas. Basados en la profundidad real de lo que encontramos buceando replanteamos los planes de buceo y las mezclas para descender de forma segura.
Planeamos hacer los siguientes buceos a una profundidad máxima de 300 pies (90 metros) respirando mezclas en el fondo de 10 % de Oxígeno que a 10 atmósferas de presión no nos cause intoxicación, y agregando helio al 50% para que los efectos narcóticos de los gases, principalmente del nitrógeno sean lo menos intensos posibles.

Cálculo de gases y mezclas para los buceos

Llenando con aire los diluentes con trimix hipóxico

Mezclando los gases para los buceos
Para los recirculadores llevamos tanques de emergencia (bailout) con mezclas trimix de 17/34 y Nitrox 50.
Tuvimos un problema con el compresor, pero afortunadamente desde temprano conseguimos un mecánico que nos ayudó a arreglar el ahogador del motor y para la 1 p.m. ya estaba el compresor de regreso listo para empezar a llenar.

El día transcurrió con calma, preparando todo, analizando los planes, discutiendo el plan de buceo y como repartiríamos las tareas de exploración: descenso, toma de video, poner línea para explorar, ascenso y las responsabilidades de cada uno de los buzos del equipo, así como situaciones de emergencia y qué hacer en caso de que se presentara alguna de ellas.

Día 6 (Julio 09)


Miércoles, nuestro tercer día de buceo, amaneció con una leve lluvia que en principio refrescó la mañana y afortunadamente se mantuvo nublado el día.
La ilusión en el equipo de buzos de regresar a explorar ese gigante sumergido a casi 90 metros de profundidad se notaba y pronto tuvimos cargada la camioneta y manejábamos rumbo al muelle sobre el río Filobobos.
El mar tranquilo y nubes de lluvia alrededor de nosotros. A lo lejos se veía una fuerte lluvia que durante el recorrido se deshizo. Para cuando llegamos al punto de buceo la amenaza de lluvia había pasado y aunque el día siguió nublado, no hubo viento y el mar se mantuvo en calma.


Río Filobobos, Veracruz
Al llegar al punto marcado por el GPS vimos pescadores de la zona trabajando y antes de que pudiéramos decir algo habían puesto su equipo (una red) de pesca casi encima del barco. Con esta red ahí y con corriente en el fondo fue imposible entrar a bucear. El riesgo de resultar pescados nosotros y enredados en la red era demasiado.
Afortunadamente la corriente fue empujando la red y pasó por un lado del barco sin enredarse y una media hora después ya estábamos preparándonos para descender.

Nos sorprendió encontrar que la boya que habíamos dejado marcando el barco había desaparecido. De antemano sabíamos que habría ese riesgo pues es una zona de pesca o también la línea podría cortarse al estar en contacto con los bordes del barco.
Al final no supimos que pasó, el caso es que no había línea que nos ayudara a identificar el punto de descenso, por lo que tuvimos que confiar nuevamente en la habilidad de Félix nuestro capitan para que tirara el ancla sobre el barco.


Félix, nuestro capitán
Descendimos largos 4 minutos, pasando por al menos dos termoclinas. En la superficie el agua estaba a 27 grados y gradualmente se iba enfriando hasta el fondo que la encontramos a 19 grados.
Los trajes de neopreno de 7mm y las capuchas no fueron suficientes a esa profundidad y con esa temperatura.
Hay que agregar que las mezclas de gases que respiramos tenían 50% de Helio, que una de sus propiedades es ayudar a la pérdida de calor.
Al llegar al fondo, entre el agua turbia por la arena del suelo que se revuelve con los movimientos naturales del mar, el frío y la poca luz que alcanza a llegar a esa profundidad, nos costó trabajo identificar que el ancla no había caído en el barco. Estaba sobre el arenal y aunque pudiéramos haber iniciado una búsqueda del barco, decidimos abortar el buceo pues el ancla se estaba moviendo y no podíamos darnos el lujo de perder nuestra línea de ascenso hasta la superficie.
Era el minuto 10 del buceo y empezamos a ascender.

Después de un buceo muy profundo en el que no dimos con el barco, esperamos el tiempo necesario para volverlo a intentar

Aunque llevábamos un plan de aborto a los 10 minutos, la descompresión fue larga (por lo profundo que habíamos bajado) y el tiempo total de buceo fue de casi 60 minutos.
En la embarcación mientras comiamos un refrigerio y nos hidratábamos, planteamos la posibilidad de volver a bajar. 

Saúl, buceando con circuito abierto no podía bajar nuevamente porque sus gases no le alcanzarían para un segundo buceo. Santiago decidió no bucear, no se sentía del todo bien y había pasado mucho frío.
Alejandro, Beto y Guarani, calcularon sus gases y gracias a que los tres estaban buceando con sistemas de circuito cerrado (CCR Reabreather) no habían consumido ni la mitad de sus tanques, por lo que pudieron volver a descender.

Esta vez el ancla estaba justo en el barco, pero en un punto diferente al día anterior, por lo que la idea que llevábamos de exploración cambió. Intentamos ubicar algún punto que hubiéramos visto antes, pero nos dimos cuenta que estábamos explorando algo totalmente nuevo. Lo que nos llevó a concluir que el barco está en pedazos y ahora estábamos visitando una parte diferente.
Recorrimos el perímetro del barco y pudimos identificar que estábamos visitando lo que quizás fue la cubierta principal del buque y entre pedazos de metal colapsados pudimos ver parte de las bodegas.
Lamentablemente el buque esta muy enterrado, tan sólo sobre sale del fondo de arena unos cuantos metros, por lo que la posibilidad de entrar en sus bodegas quedó totalmente descartada.
Aunque encontramos el barco y una nueva sección no explorada, no tuvimos suerte para poder documentar gráficamente el hallazgo. La cámara de video tuvo problemas con las luces y habrá que revisar qué alcanzó a grabarse. 
Por otro lado, Guaraní llevo el housing de su cámara para probar si funcionaría a esa profundidad (excediendo las especificaciones del fabricante) y la carcasa se reventó por la presión. Gran pérdida.

Aunque no pudimos grabar o tomar fotos en esta inmersión, nos dimos cuenta que a esa profundidad (86 metros) y con tanto frío, abunda la especie invasora proveniente del Indopacífico que se ha convertido en una plaga en el mar caribe y Golfo de México a falta de depredadores naturales: el pez león. 

También vimos un gran cardumen de peces medregales y algunos meros de poco tamaño.
Sin duda la pesca es fuerte en este punto.

El tiempo de fondo llegó a su fin, 20 minutos a 85 metros/ 280 pies de profundidad, llegamos al cabo del ancla y empezamos nuestro largo ascenso a la superficie.
Paradas obligatorias de descompresión por un poco más de hora y media en total, siendo la última a 6 metros por más de 45 minutos. Un precio bastante alto que pagar (la descompresión) por estar tan solo 20 minutos explorando este gigante buque sumergido, pero que vale la pena.

Salimos cansados, con frío, hambre y sed, comimos algo en la embarcación, nos hidratamos y empezamos nuestro recorrido de regreso a tierra.

Un día muy emocionante, con tropiezos al principio de la jornada, pero que nos motivaron a seguir intentando lograr nuestro objetivo. Mucha concentración y voluntad para realizar estos buceos tan demandantes mental y físicamente, pero al final del día una enorme satisfacción de poco a poco empezar a trazar un mapa mental de lo que yace en el fondo del mar y quizás un pedazo de historia que sigue durmiendo en sus profundidades.

Saldo del día

  • Un carrete de exploración nuevecito que Alejandro ofreció para dejarlo con una boya para volver al barco: perdido.
  • Una lámpara inundada
  • Una boya (marcador de superficie) perdido
  • La carcasa (housing) de la cámara de Guarani se rompió, no aguantó la presión. La lección es hacerle caso a las especificaciones del fabricante.


Así quedó quebrado el housing de Guarani al exponerlo a casi 10 atmosferas de presión

Día 7 (Julio 10)


Jueves, séptimo día desde que salimos de Guadalajara y el cuarto y último día de buceo planeado para esta expedición y aventura.
El día anterior habíamos hecho dos inmersiones a 280 pies/85 metros con unas largas paradas obligatorias de descompresión y aunque el cansancio físico ya se hacía notar, el ánimo estaba al máximo, pues en los dos buceos que logramos realizar en ese barco nos dimos cuenta que estaba en partes y con toda seguridad habíamos estado buceando dos secciones diferentes del barco.

La noche anterior discutíamos durante la cena un plan de qué hacer o cómo explorar el barco.
Teníamos en el sonar marcados puntos con el GPS que indicaban una menor profundidad y con seguridad podrian ser partes del barco donde estaba el puente de mando o las cabinas de la tripulación.
Pero para llegar ahí necesitabamos de la pericia de Félix nuestro capitán para soltar el ancla en el punto preciso y poder reconocer esa zona de menor profundidad.

A las 9 de la mañana estábamos en el muelle con todo listo para salir, recorrimos parte del río Filobobos como cada mañana hasta llegar a la bocana. 
Ese día amaneció con viento y el recorrido en la panga hasta la ubicación del barco fue difícil. Las olas impedían ir más aprisa y los equipos iban golpeándose contra la embarcación.
Llegamos todos bañados y salpicados por las olas pero aún así con todas las ganas para hacer una inmersión más, la última de este viaje, en este misterioso barco.
Evaluamos si el viento y oleaje no eran lo suficientemente fuertes como para abortar el buceo, tomando en cuenta que tendríamos que estar 50 minutos a 6 metros de profundidad haciendo la descompresión.
Al final decidimos bucear y aunque tuvimos algunos problemas técnicos con los recirculadores que al irse golpeando presentaron algunos desajustes y falsos contactos, por fin caímos al agua.

Esta vez, Beto pretendía filmar lo más posible con una cámara de video adecuada para esa profundidad, los demás miembros del equipo explorarían la mayor área posible en los 20 minutos que teníamos planeados para estar en el fondo.

Buzos haciendo sus paradas de descompresión


Bajamos por el cabo del ancla y encontramos que Félix había dejado el ancla a tan sólo 1 metro de donde la había puesto el día anterior a una profundidad de 88 metros/290 pies. Sin duda un hombre de mar, con mucha experiencia lo cual es de suma importancia cuando se hacen este tipo de buceos.



En teoría desde ese punto navegando con la brújula a unos 18 o 20 metros debería de estar la zona del barco menos profunda y que sospechamos podría ser parte de las cabinas o puente de mando.
Pero al intentar avanzar en esa dirección, confirmamos que estábamos buceando sólo una pequeña parte del barco, que si está en pedazos y que hacer esa navegación implicaba nadar por el arenal con riesgo a perder el rumbo. Decidimos no arriesgarnos esta vez, debido al poco tiempo, mala visibilidad y la gran profundidad a la que nos encontrábamos para "perderlo" nadando en la arena. Así que preferimos invertir los escasos minutos en reconocer mejor la sección del barco que estábamos buceando.
Encontramos claramente zonas de la cubierta del barco colapsadas que daban acceso a las bodegas, que como ya lo habíamos notado estan en su mayoría enterradas.
También vimos unos 3 o 4 tubos grandes de varios metros de longitud y al menos 30 o 40 cm de diámetro, que podrían ser ventilación o escapes del barco.
Vimos objetos redondos, que podrían ser llantas o quizás salvavidas, pero al intentar moverlos, vimos que estaban totalmente pegados a la estructura del barco.
Notamos que la estructura de acero del barco estaba unida por remaches, quizás un punto interesante para investigar respecto al tipo de construcción y fechas, que podría darnos alguna pista de su antigüedad.
A los 20 minutos nos encontramos todos en el cabo del ancla y empezamos nuestro largo ascenso hasta la superficie.
En alguna de las paradas de descompresión Beto seguía haciendo tomas de los buzos y ahí notamos que algo estaba mal con la cámara ... algo terriblemente mal pasaba con la cámara ...
Beto grabó todo el tiempo con la tapa del lente puesta!!!!!
Así que esta expedición termina sin poder lograr ningún registro gráfico del pecio que estamos explorando.
Después de lamentarnos lo ocurrido, sólo pudimos pensar en que es tan sólo otro motivo más para querer regresar y ahora si poder documentar parte de lo que se ha ido descubriendo. 

Las paradas de descompresión se completaron sin mayores contratiempos y a pesar de lo fuerte del oleaje en superficie terminamos el buceo con éxito, comimos algo ligero en la embarcación y emprendimos nuestro regreso a tierra.

Hasta la próxima vez .... 

Día 8 (Julio 11)


Viernes, llegó el día de regresar.
Desde temprano guardamos todo nuestro equipo, cargamos el remolque y la camioneta y paramos una vez más en San Rafael, ya que los papás de Saúl nos esperaban para desayunar.
Nos deleitamos con sabrosos tamales veracruzanos, pan, café y aguas frescas hasta más no poder.
Que generosidad y amabilidad de la familia Meunier, con la cual estamos altamente agradecidos.

Revisando las coordenadas en el mapa
Desayunando con la familia de Saúl
El desayuno se extendió en una entretenida charla sobre los hallazgos de los buceos, parte de la historia de San Rafael y los colonos franceses, revisamos mapas, coordenadas, pero a pesar de lo bien que la estábamos pasando, era hora de partir y retomar el camino a Guadalajara.

Comparando lo que observamos con imágenes de archivo

Gracias a la familia Meunier y hasta la próxima visita ....

Manejamos unas seis horas hasta llegar de nuevo a Tula, Hidalgo, donde pasaríamos la noche para continuar al siguiente día el camino hasta nuestras casas.