18 septiembre, 2014

De nuevo en Veracruz - Expedición de barcos hundidos

Retos, aventuras, vencerse a uno mismo, descubrir, llegar más allá, vanidad, enfrentarse a lo desconocido ... qué nos motiva a explorar?

Texto: Juan David Cortés
Imágenes: Alberto Ruiz-Gaytan, Saúl Meunier, Juan David Cortés


Qué es eso que nos mueve interiormente y nos lleva a recorrer un poco más de 800 kilómetros por carretera cargados con tanques dobles, stages de descompresión, recirculadores, cuerdas, anclas, sonar, remolque, cámaras.

Acostarse tarde preparando equipos y revisando los planes de buceo; levantarse temprano, cargar y descargar los equipos del patio a la camioneta, de la camioneta a la embarcación; navegar más de una hora para encontrar ese punto exacto donde la profundidad del sonar cambia de 300 a 270 pies. Si, justo ahí es donde está la estructura metálica de ese gigante hundido: uno de los pecios que estamos explorando y tratando de identificar.


El sentido de aventura, un reto, curiosidad, empujar los límites personales, la historia, el sentido de descubrir algo de lo poco que queda por explorar en este planeta, llegar donde nadie más ha llegado.
Asi convergen las distintas motivaciones, razones y sentidos que cada uno de nosotros: Alberto, Alejandro, Saúl y Juan David,  tenemos para estar de nuevo en Veracruz, para continuar la exploración de estos pecios perdidos de la época de la segunda guerra mundial.

Hace exactamente 2 meses estuvimos haciendo los primeros buceos de exploración en este pecio. Ahora regresamos con el fin de capturar evidencia: video y fotografía de lo que ya habíamos buceado y tratar de conectar otras partes de la estructura hecha pedazos de éste, con seguridad, buque antiguo.
Aún hay muchas preguntas por contestar: ¿Qué tan antiguo es? ¿Es en realidad uno de los buques hundidos durante la segunda guerra mundial? ¿Por qué esta partido en pedazos? ¿Es acaso por los impactos de cañonazos y torpedos? Y con cada inmersión las incógnitas aumentan y hace más interesante y motivante el siguiente buceo.

Día 1 y 2 (Septiembre 3 y 4)

Salimos de Guadalajara el día  3 de Septiembre en la tarde, con el plan de dormir en Tula, Hidalgo y continuar al siguiente día hasta San Rafael, Veracruz, donde la familia Meunier nuevamente nos estaba esperando con muchas sonrisas, buenas pláticas, mucha ayuda y apoyo en la logística, pero sobre todo, sabrosisima y abundante comida.



En esta ocasión no nos acompaña Santiago, tuvo que quedarse por compromisos académicos y planeamos hacer solo tres días de buceo antes de que los inminentes "nortes" del Golfo de México empiecen a soplar.
Poco faltó para que tuviéramos que posponer la expedición por un huracán en el golfo de México que afortunadamente pasó unos días antes y en la zona de Tecolutla no afectó.

Impresionantes paisajes en el centro de México



En el camino tuvimos que detenernos para hacer ajustes en el remolque. Algunos tanques se movieron y se abrieron las válvulas dejando escapar parte del "precioso gas" que llevábamos ya mezclado desde Guadalajara para nuestras inmersiones.








Comida al llegar a San Rafael Veracruz
Llegamos después de recorrer un poco más de 800 kilómetros a San Rafael más tarde de lo que teníamos planeado y después de una muy agradable y deliciosa comida nos dedicamos a descargar la camioneta y remolque para preparar los equipos y repasar los planes de buceo del día siguiente.


Saúl "papá" y Saúl "hijo" después de descargar los equipos

Día 3 (Septiembre 5)

A las 9 de la mañana estábamos a orillas del estero donde, como hace dos meses, ya nos estaban esperando Félix (capitán) y Roberto (marinero) con la embarcación lista. Cargamos todo el equipo y un poco antes de las 10 estábamos en la bocana para entrar al mar.


Encontramos un mar sin viento, con algo de marejada, temperatura en la superficie de 28 grados centígrados y aguas azules en la superficie.
Abajo en el fondo, después de los 70 metros (230 pies) de profundidad la visibilidad fue menor por el movimiento propio del mar que mueve y revuelve la arena del fondo.


 Felix, el capitán, con la habilidad que ya había demostrado antes, dejó el ancla en el mismo punto de siempre justo encima del pecio.

Usando el sonar intentamos conectar el pedazo de barco que ya hemos buceado con otra zona de menor profundidad (79 metros/260 pies) que sospechamos puede darnos más información del pecio.
En ese punto soltamos una segunda ancla, con la intención de usar un cabo unido con mosquetones a cada linea del ancla que nos permitiera navegar bajo el agua de forma segura de un punto a otro.
Sin embargo la segunda ancla no se agarró al barco y empezó a moverse con el viento y la corriente.

El tiempo pasaba y las maniobras no estaban funcionando como pensábamos, decidimos cancelar ese plan y mejor bajar a la estructura ya conocida y tomar video que era la prioridad.

Iniciamos nuestro buceo después de revisar planes, equipos y asegurarnos que no hubiera burbujas que nos alertaran de fugas en los recirculadores y tanques.
Descendimos hasta 85 metros/ 280 pies de profundidad en aproximadamente cuatro minutos, donde nos esperaba el barco silencioso y frío. Pudimos reconocer algunas partes que ya habíamos visitado antes y nos sirvió para orientarnos mejor.
Dimos una vuelta por el perímetro para tratar de ubicar la dirección hacia donde podriamos nadar para conectar esta parte del barco con alguna otra que no hubiéramos buceado antes tratando de recolectar la mayor información y detalle posible del pecio.
Mientras Guaraní iba tendiendo línea para poder regresar al ancla de forma segura, Beto se encargó de grabar con la cámara. Saúl y Alejandro hacían observaciones del pecio y estaban monitoreando el tiempo y profundidad.
Después de 20 minutos de tiempo de fondo, iniciamos el ascenso y la larga descompresión hasta la superficie.
Alejandro durante su descompresión

Los buceos que estamos haciendo aquí no son sencillos. Son inmersiones a mucha profundidad (88 metros/290 pies) en un lugar con poca visibilidad, agua relativamente fría en el fondo (22 grados centígrados) y una larga descompresión obligatoria que reta la mente de cualquier persona.
Entre mayor es la profundidad en un buceo los síntomas de la narcosis por respirar gases a alta presión se incrementan, aumentando el riesgo de cometer errores y disminuyendo la capacidad para resolver problemas. Desorientarse es fácil por la mala visibilidad y lo confuso que puede ser la estructura colapsada de un barco hundido.
La narcosis y los riesgos asociados a esta son la razón por la que para este tipo de buceos se remplaza el aire que normalmente se respira en el buceo recreativo por mezclas trimix: una combinación de helio, oxígeno y nitrógeno.
El helio es un gas inerte que reduce en gran medida los síntomas de la narcosis en los buzos.
Para estos buceos usamos una mezcla con 10% de Oxígeno y asi evitar la intoxicación por este gas cuando se respira a alta presión y 50% de Helio que nos ayudó a tener una mente más lúcida durante las inmersiones en el fondo.
A pesar de que usamos trimix en los tanques durante estos buceos, la carga de trabajo y cierto nivel de estrés en el fondo, nos llevaron a enfrentar algunos contratiempos que se pudieron resolver sin mayores problemas durante la inmersión. Sin embargo estas situaciones fueron un motivo para ponernos más alerta y aumentar las precauciones en los siguientes buceos.
Todo esto lo discutimos como equipo esa noche. Hablamos de la importancia de mantenernos concentrados, discutir muy bien los detalles pre y post cada inmersión, planear las tareas y actividades y recalcar los procedimientos a seguir en cada buceo.

Es muy importante resaltar que para hacer buceo técnico se requiere tomar cursos, llevar el equipo adecuado y entrenar bastante. Se requiere mucha práctica , concentración, planeación detallada y sobre todo muy buena visualización del buceo al haber discutido paso a paso cada parte de la inmersión para que todos en el equipo tengan muy claro lo que cada uno tiene que hacer en cada momento.


Cada buzo es responsable de si mismo, de su seguridad, nadie puede respirar, pensar y nadar por otro. Es importante asumir los riesgos que hay en este tipo de buceos y mantener una mente clara y objetiva en todo momento. Sin embargo, aunque se bucea de forma individual, trabajamos como equipo. Cada uno tiene una tarea fundamental para completar con éxito cada buceo y lograr los objetivos. Cada uno de alguna forma es un apoyo y respaldo para los demás miembros del equipo y cuidamos uno del otro mientras estamos buceando.

Día 4 (Septiembre 6)

El objtivo del segundo día de buceo sería capturar más video en el barco. En base a eso planeamos la inmersión y repartimos las tareas.

Haciendo pruebas de seguridad a los CCR temprano
Después de una noche tranquila de buen descanso y de una exquisita cena preparada por la señora Angeles y la señora Dulce, mamá y tía de Saúl, nos encontramos a las 7.30 de la mañana para hacer una última revisión de los recirculadores, hacer sus pruebas pre inmersión y asegurarnos que los tanques tuvieran los gases que habíamos preparado.





Última revisión de tanques antes de salir al muelle
Sin embargo el mar amaneció menos cooperativo. El viento, olas mas grandes y marejada (mar de fondo) fuerte, nos obligaron a navegar más lento y con mayor precaución para llegar al punto de buceo.
Afortunadamente, en el fondo las condiciones fueron mas tranquilas. Muy poca corriente aunque la visibilidad más limitada que el día anterior.






El equipo de buzos descendiendo ....
Dejamos unos tanques de descompresión en la línea del ancla y continuamos el descenso hasta 85 metros/280 pies de profundidad.
Guarani fue adelante poniendo la línea de vida desde el cabo del ancla para trazar un recorrido en la cubierta del barco; seguido por Beto que estaba encargado de la cámara y al final cerrando Alejandro y Saúl, con el objetivo de buscar algún elemento que recuperar del barco o que nos ayudara a identificar qué barco estamos buceando.

El plan durante este buceo, además de tomar video, era explorar la cubierta del barco con más detalle.
En los buceos anteriores habíamos recorrido todo el perímetro de la estructura que tenemos bien ubicada y los lados del barco que dan contra el fondo marino.
Esta vez nadaríamos sobre la cubierta pues queríamos detallar esas enormes cornamusas, buscar algún indicio de qué barco es al recorrer la estructura colapsada, analizar los enormes tubos metálicos que pudieran ser chimeneas o ventilación del barco cuando estaba a flote y tratar de determinar si la lámina rota tuviera algún signo de explosión o impacto de algún cañón.

Misterioso pecio yace tranquilo en el fondo del mar

Asi, entre esta estructura Guaraní fue poniendo la línea, sobre planchas de acero enormes, algunas aún remachadas sobre las vigas de acero, otras colapsadas que dejaban espacios abiertos para asomarnos a lo que quizás fueron las bodegas del barco, hoy en su mayoría cubiertas de arena y un sedimento lodoso habitadas por muchos peces león. 


Alrededor de nosotros bancos de pargos de buen tamaño y otros tantos jureles nadaban divertidos por las luces de nuestras lámparas, pero confiados se acercaban gracias a que los aparatos de buceo que llevamos, recirculadores de circuito cerrado, no sueltan burbujas al exhalar.

Alejandro y Guaraní en descompresión a 54 metros/180 pies
Alejandro nos señaló que era momento de regresar. Siguiendo la línea que Guaraní había puesto nadamos de regreso al cabo del ancla. Al minuto 20 estabamos los 4 ascendiendo hasta la superficie.
Tuvimos que hacer muchas paradas de descompresión, la primera a 67 metros/220 pies y de ahí en adelante cada 3 metros/10 pies hasta que llegamos casi a la superfice, a 6 metros/20 pies de profundidad donde tuvimos que hacer la parada más larga de 45 minutos.



Tanques en el remolque
En el camino de Guadalajara a Veracruz, dos tanques de oxígeno para los recirculadores se movieron y las válvulas se abrieron y sin darnos cuenta se fueron vaciando durante todo el camino.
Al llegar y revisar los tanques descubrimos ese faltante. De tal forma que tuvimos que apretarnos un poco con el uso del Oxígeno.
Alberto usó tanques que sobraron del día anterior con 1500 psi de presión. Un riesgo calculado al bucear así, porque de antemano calculamos que el oxígeno si le alcanzaría sin problema hasta la parada de 20 pies/6 metros. En ese punto teníamos varias opciones. Compartir oxígeno entre nosotros, conectar su recirculador a un gas con Nitrox 80 y por último cambiarse a circuito abierto y respirar directamente de un regulador con Nitrox 80. Esa fue la opción elegida para que Alberto terminara su descompresión durante el buceo y todo transcurrió como estaba planeado.

Aún que llevábamos nuestro plan de descompresión igual y calculado con un software en las computadoras de escritorio, cada miembro del equipo llevaba su propia computadora de buceo como respaldo y redundancia durante los buceos.
La computadora que usó Guaraní, conectada a los sensores de la cabeza del recirculador, es por su algoritmo, la más conservadora de todos. Y aunque el plan de buceo ya nos permitía salir a la superficie, Guaraní decidió quedarse a 6 metros de profundidad a esperar que se limpiara completamente la computadora, haciendo incluso hasta 25 minutos más de descompresión que el resto de los buzos.
Para cuando el hambriento y aburrido Guaraní llegaba a la superficie, el resto del grupo ya iba por la segunda o tercera torta que llevábamos para comer.
Disfrutando de un café mientras regresamos a tierra
Saúl papá, nos acompañó todos los días, y fue de gran apoyo en la superficie. Ayudándonos a detener los equipos mientras nos preparabamos antes de caer al agua, durante los buceos nos tomó videos y fotos desde la superficie, apoyó a Félix con las maniobras y nos ayudó a subir y cargar los equipos en todo momento.
Lo mejor de todo era cuando ya estábamos listos para navegar de regreso a tierra, sacaba el "pinguinito". Un thermo con delicioso café veracruzano, bien caliente y algún postre que siempre encontraba la manera de llevar a la perfección: pastel, galletas, etc.
Nada mejor que una buena taza de café caliente, después de haber estado más de dos horas bajo el agua.

Al terminar el buceo, nos dimos cuenta que había entrado agua al recirculador de Alberto. En algún punto cuando cambió a respirar del tanque de Nitrox 80, la válvula que cierra la boquilla del recirculador se debió abrir ligeramente al chocar contra otro buzo durante la parada descompresión o con los jalones que se daba el cabo del ancla a causa de la marejada.
El caso es que el recirculador se inundó por accidente. Esta situación en algunos casos es de emergencia, pues la cal sodada que reacciona con el CO2 que exhala el buzo, al entrar en contacto con el agua de mar se convierte en sosa cáustica (que sirve para destapar los baños). Si un buzo por accidente respira/traga esta sosa, con seguridad se quemará la boca, garganta y esófago. Esto es una situación muy grave que puede poner en riesgo la salud y vida de la persona.
Esta vez, afortunadamente, Alberto estaba respirando del circuito abierto y no del recirculador, por lo que nunca se dio cuenta que estaba entrando ligeramente agua al sistema cerrado y tampoco estuvo en riesgo en ningún momento.

Comentamos este incidente, no porque haya sido una situación de emergencia o para señalar un error, pues la entrada de agua en este caso, fue totalmente accidental.
Lo importante a mencionar es lo seguros y confiables que son estos aparatos, los recirculadores de circuito cerrado, y en particular el modelo que estamos usando: Megalodón.
El canister del recirculador se llenó de agua al menos hasta 1/3 de su capacidad. En la superficie, Alberto al ver el problema, enjuagó todo el equipo en primera instancia con agua salada, por dentro y por fuera.
Regresando a tierra, volvió a enjuagar todo el equipo con agua dulce, bañado completamente en agua dulce, sumergido en una tina con agua limpia.
Pensábamos que quizás los sensores, baterías o algún sistema electrónico no funcionaría después de este percance.

Revisando los videos del día
Pero tuvimos una grata sorpresa, cuando al siguiente día todo el sistema funcionó perfectamente. Las baterías no se mojaron, los sensores funcionaron bien y Alberto pudo bucear sin ningún problema.

En realidad, algo notorio en lo seguro de estos equipos en casos de que se presentaran situaciones de inundaciones reales. Esto nos da mucha confianza y seguridad a la hora de hacer este tipo de buceos demandantes y a tanta profundidad.




Por la noche, después de dejar todos los equipos listos para el día siguiente, cenamos y revisamos las imágenes que Alberto captó con la cámara de video. Fue emocionante ver detalles del barco, revisar con calma el recorrido que hicimos. Aún así, el barco sigue dándonos más preguntas que respuestas y en base a eso elaboramos los planes para el siguiente y último día de buceo en este misterioso pecio.


Saúl preparando las cámaras para el siguiente día

Día 4 (Septiembre 6)

El pronóstico para este día no era bueno. Se esperaba que entrara una depresión tropical por el golfo y lo más probable es que no pudíeramos bucear.
Durante la madrugada llovió fuerte, al amanecer, todo estaba mojado, hacía menos calor y lo mejor es que el viento se había calmado. El mar estaba ideal para salir a navegar! Contentos y emocionados, desayunamos y pronto estábamos cargando los equipos para irnos a bucear.

Rita y Saúl verifican que todo se cargue en la camioneta


El recorrido en lancha fue mucho mas tranquilo sin tantas olas y los equipos se lastimaron menos porque la embarcación no iba rebotando como los días anteriores.
Nos preparamos y volvimos a bajar a hacer el último buceo de este viaje.

Buzo listo para caer al agua
El plan era continuar explorando la cubierta y buscar más detalles mientras Alberto seguía capturando video.

Sección que pudieran ser las bodegas del barco
Encontramos un cabo grueso que al moverlo y revisarlo nos dimos cuenta que era un cable de acero, lo seguimos por un tramo pero se acaba, no llevaba a ningún punto que no hubieramos buceado antes. Quizás este cable servía como tensor de alguna de las chimeneas o postes del barco.

Continuamos nadando y encontramos un tubo quizás de ventilación que al seguirlo nos llevó ligeramente más profundo y hacia la arena del fondo del mar. Quizás este tubo tendría unos 12 o 14 metros de largo y se perdía enterrado en la arena. 


Viga con remaches
Nos separamos un poco de la estructura que estábamos buceando siguiendo la misma dirección del tubo y nos llevó a otra sección del barco que aún no habíamos visitado porque estaba separada por este espacio de arena. Tuvimos suerte esta vez porque la visibilidad era mejor y nos permitió claramente ver más partes del barco.

Lamentablemente era hora de volver. Ya estábamos sobre el minuto 16 y aún teníamos que nadar y volver al cabo del ancla para hacer el ascenso de forma segura realizando las paradas de descompresión.

Extremo de uno de los tubos que quizás fueran de ventilación
Los días acumulados de buceo y que la termoclina cada día estaba a menor profundidad, nos hicieron pasar un rato difícil durante el ascenso por el frío.
Aproximadamente a 60 pies/18 metros encontramos de nuevo el agua caliente, a 28 grados centígrados y las últimas paradas de descompresión a pesar de ser largas fueron más agradables.


Saúl hacia la superficie





Regresamos emocionados y con ganas de seguir buceando. Esa nueva sección del barco promete más descubrimientos y nuevas cosas por explorar. Sin embargo tendrá que ser hasta el próximo año cuando volvamos a visitar este gigante misterioso, pues la temporada de nortes y vientos en el Golfo de México está por empezar. 
Preferimos tener paciencia y regresar cuando el mar este calmado, sin vientos y con el agua limpia y caliente.


En tierra nos dimos, para variar, una excelente comilona ofrecida por nuestros incansables anfitriones: Ángeles, Saúl y resto de familia, que no solamente nos abrieron las puertas de su hogar para invadirlo con tanques y equipo de buceo, sino que además con su generosidad y cariño nos hicieron sentir en todo momento como en casa. Gracias, muchas gracias.


El equipo contento después de un excelente viaje de exploración

Día 5 y 6 (Septiembre 7 y 8)

Algo tristes por tener que regresar, empacamos todo a la mañana siguiente y cargamos camioneta y remolque.
Nos deleitamos con unos tamales veracruzanos antes de emprender el camino, que afortunadamente no tuvo incidentes.
En Tula dormirmos y al otro día estábamos en Guadalajara hacia el medio día.
Durante el camino hablamos mucho de lo que habíamos visto, aprendizaje de los incidentes que ocurrieron, analizamos cómo podíamos hacer algunas cosas mejor para los siguientes buceos, y todos al final regresamos con el objetivo principal cubierto: salir más contentos de cada inmersión y con grandes espectativas para continuar la exploración en el 2015.

Asi que hasta entonces continuaremos con el próximo capitulo de esta historia que habrá que seguir desempolvando y desenmarañando del fondo marino.

No hay comentarios: